Chema Caballero (Castuera, Badajoz, 1961) es un experto en el continente africano. Su primera toma de contacto la tuvo en 1992, cuando llegó a Sierra Leona como misionero javeriano. En aquel país, que se encontraba en plena guerra, dedicó casi dos décadas a dirigir un exitoso programa para la rehabilitación de niños-soldado. Concluida esa etapa, no dio por terminado su compromiso con aquellas tierras. Actualmente coordina la ONG DYES y recorre durante más de seis meses al año diversas naciones. Sus experiencias las plasma en los reportajes que escribe para los blogs ‘Bajo el mango’, de Mundo Negro Digital, y ‘África no es un país’, del diario El País. Además, es autor del libro ‘Los hombres leopardo se están extinguiendo’, entre otras publicaciones. Un profundo conocedor, en suma, de la realidad africana. En esta entrevista describe la situación económica y social que se vive, con sus luces y sombras, los obstáculos que deben superar los jóvenes para incorporarse al mercado laboral y desmonta algunos de los muchos tópicos que existen.  

-¿Se puede establecer un perfil de la juventud africana?
La juventud africana es muy heterogénea, como en cualquier otro continente. Lo que le caracteriza ahora mismo es que cada vez está más formada e informada porque hay un mayor acceso a una educación de calidad. La enseñanza primaria obligatoria ha llegado prácticamente al 100% de los niños en muchos países y en otros las cifras son bastante altas. También se ha conseguido una igualdad de género equilibrada, aunque cuanto más nos acercamos a los últimos años de esa etapa más desciende el número de niñas por culpa de los matrimonios infantiles, los embarazos, etc.
La asignatura pendiente es la enseñanza secundaria debido a que sigue siendo de pago y hay menos centros, pero también es verdad que cada vez hay más chicas y chicos, y también está aumentando el número de jóvenes que estudian en las universidades. El problema es que toda esta formación después no puede ser absorbida por el mercado laboral, de ahí que existan altas tasas de desempleo entre los jóvenes de 15 a 24 años en casi todos los países del continente.

-¿Qué porcentaje de paro hay en esa franja de edad?
Varía por países pero en algunos puede alcanzar al 80%. Hay que tener en cuenta que la gran mayoría de estos jóvenes sobreviven gracias a la economía informal: chicas que cocinan y venden comida en la calle, muchos jóvenes que viven del campo con sus familias pero que no reciben una remuneración ni cotizan, gente que ha estudiado y que monta una especie de empresa para reparar y vender teléfonos móviles, o con un generador se dedica a cargar los móviles allí donde no llega la electricidad… Eso tiene una pega muy grande porque es difícil que aumenten sus ingresos, no cotizan y tampoco son actividades que contribuyan al crecimiento económico del país.

-¿Los emprendedores no cuentan con ayudas?
Emprender es complicado por las dificultades que existen para el acceso a la financiación. Es poco probable que una persona sin avales consiga un crédito de un banco, así que es muy difícil que se puedan abrir pequeños negocios sin la ayuda de un amigo o un mentor, que es lo más habitual.

-¿Desarrollan los gobiernos políticas exclusivamente enfocadas a los jóvenes?
Con motivo de la Agenda 2063 de la Unión Africana, cada vez se están desarrollando más políticas de formación de jóvenes. En concreto, se ha introducido la formación profesional porque se ha visto que es una de las grandes bazas de los países africanos, ese potencial juvenil que puede aportar más calidad en el trabajo cuanto más cualificados estén. Hay otro reto que tiene esta Agenda, que es la industrialización de África para que las economías no dependan tanto de productos básicos como el cacao, el arroz o el café, o de recursos naturales como el oro, diamantes o petróleo, sino que haya una verdadera industrialización y que los productos que se extraen empiecen a manufacturarse en tierra africana. Pero para eso hay que invertir y crear las condiciones adecuadas para que se implanten industrias y, sobre todo, tener una mano de obra formada. Gran parte de los países africanos están invirtiendo mucho en este campo.

«En Francia hay más médicos cameruneses que en Camerún por los bajos salarios»

-¿Qué naciones están liderando actualmente el crecimiento económico?
El que presenta un crecimiento más estable es Etiopía, junto a Nigeria y Sudáfrica. Estos dos últimos representan casi el 50% del PIB del continente. La bajada del precio de las materias primas unida a problemas políticos, huelgas y, en el caso de Nigeria, la actividad de Boko Haram provocó que el crecimiento económico decayera bastante en los últimos años, pero empezó a recuperarse hacia el final del segundo semestre de 2016 y se está notando. Hay países que también lo están haciendo muy bien, como Ghana o Costa de Marfil, y otros que a pesar de su gran pobreza, como es el caso de Sierra Leona y Guinea Ecuatorial, crecen muchísimo, aunque muy pocas veces el crecimiento económico va unido a la disminución de la pobreza y al acceso a los recursos por parte de la población.
-¿Ese crecimiento se está traduciendo en mayores oportunidades laborales para los jóvenes?
Depende de los países. En Kenia, Tanzania o Sudáfrica sí se está viendo cómo se están abriendo nuevos mercados donde los jóvenes se están integrando y se va produciendo una reducción de la pobreza extrema. En otros países no. Es el caso de Guinea Ecuatorial, donde el crecimiento económico depende del petróleo y está controlado por el gobierno, que es el único que se beneficia, o en Sierra Leona con el hierro y los diamantes. También es verdad que donde ha surgido una población formada y crítica, y aquí no olvidemos el papel que juegan las redes sociales e internet, que ha llegado a los rincones más perdidos de África, es la sociedad civil la que está controlando al gobierno y está exigiendo que realmente se invierta en el país. Esa faceta del acceso a la información y el poder controlar a los gobiernos está jugando un papel clave para que los jóvenes tengan la oportunidad de mejorar su vida y conseguir puestos de trabajo cualificados.

Niños en una escuela de Mintom (Camerún) / Chema Caballero

-¿Qué barreras deben superar los jóvenes para acceder a esos empleos?
La principal barrera es que es tan alta la demanda, la cantidad de jóvenes que cada año se incorporan al mercado de trabajo, que no hay suficientes empleos para todos ellos. Ese es uno de los grandes retos de los países africanos. De ahí la necesidad de industrializar, de diversificar las fuentes de empleo. Otro problema que plantean los expertos son las dificultades que presentan las relaciones comerciales intraafricanas. Es más fácil vender y relacionarse con Londres, París o incluso con España que con el país de al lado por la falta de infraestructuras, las tasas que hay que pagar… Precisamente uno de los objetivos de la Agenda 2063 es el reducir esta problemática, para lo que se está invirtiendo muchísimo en infraestructuras, se están centralizando e informatizando todos los procesos de aduanas, etc. Todo ello está provocando que surja un sector de servicios muy importante en puertos, aduanas, transporte de mercancías… que está absorbiendo mucha mano de obra cualificada. Los principales países que han apostado por esto son sobre todo los pertenecientes a la comunidad económica de África del Este, con Kenia, Tanzania, Uganda, Etiopía…
Un tercer obstáculo es que muchas de las empresas que trabajan en África son extranjeras y los puestos de dirección no están ocupados por africanos. Es un techo que impide que gente cualificada pueda acceder a ellos. Y finalmente, otra barrera tiene que ver con el hecho de que profesiones como ingenieros o médicos no están suficientemente remuneradas, por lo que no son atractivas y los jóvenes prefieren irse fuera. Por ejemplo, en Francia hay más médicos cameruneses que en Camerún, y es gente que se ha formado en el país pero los salarios son tan bajos que no les compensa.

-¿Europa debería invertir más en África?
Estamos siempre con ese dilema. Europa está invirtiendo bastante, pero es que África posiblemente no necesita tanta inversión. Hace pocos días salío el informe de Honests Accounts 2017, donde se pone de manifiesto que el continente necesita que no salgan tantos recursos mediante la evasión de impuestos y la repatriación de capitales por parte de las empresas. Si realmente se permitiera que la riqueza africana se quedara en África, no haría falta que Europa siguiese invirtiendo. Nos están vendiendo la película de que África es pobre, de que necesitamos mandar ayuda para salvar a los negritos porque se están muriendo de hambre, cuando en realidad lo que hacen las empresas occidentales es sacar fuera del continente todos los beneficios que obtienen. Además, con todas esas políticas neoliberales que se están imponiendo a través de los programas de ajuste del Banco Mundial y el FMI, que inciden en bajadas de impuestos para atraer más inversiones y la liberalización de los mercados, todo está quedando en manos de compañías extranjeras. Lo que realmente se necesita es más justicia, que no se exprima África, que las materias primas se manufacturen en África, con lo cual habría más trabajo y más riqueza.

-¿Qué piensa cuando cuando ve a diario los miles de jóvenes africanos que arriesgan sus vidas en busca de una vida mejor?
Qué voy a pensar… siento rabia e impotencia. Es gente que está preparada en busca de un futuro mejor que no encuentra en sus países. En su entorno familiar que uno de ellos llegue aquí y salga adelante significa que posiblemente toda una familia podrá vivir, los más pequeños puedan estudiar, si caen enfermos puedan ir al médico, etc. Es todo consecuencia de este sistema en el que nos hemos metido, y no olvidemos que también a nosotros nos interesa que vengan estas personas porque es mano de obra barata.

«África lo que necesita es más justicia, que las materias primas se manufacturen en el continente para que haya más trabajo y riqueza»

-¿Qué impacto tiene esta emigración en sus países de origen?
Tiene un primer efecto positivo por el envío de remesas.De hecho, en algunos países su cuantía supera a la ayuda oficial que reciben de Occidente. El problema es que las remesas no contribuyen realmente a generar riqueza porque ese tipo de dinero no se suele invertir en crear negocios sino en construir una casa, comprar un coche, pagar el colegio…
Por otro lado está la fuga de cerebros. La gente que se va es la más preparada, mano de obra cualificada que podría trabajar en empresas. Incluso se está produciendo mucho éxodo rural. La gran riqueza de África, que podría estar en la agricultura, se está perdiendo porque los gobiernos no invierten, no realizan reformas agrícolas, no hay acceso a los medios de producción, a la modernización del campo, a la financiación… Los jóvenes no ven atractivo en este sector y deciden irse, con lo cual el campo se está abandonando y cada vez hace falta importar más productos de primera necesidad.