Desde que en 2005 la Unión Europea levantó las restricciones a la importación de textiles desde China a la ropa de Zara, cuyo nombre estuvo vinculado durante años a la moda low cost, le salieron competidores de debajo de las piedras, que aunque no lograron arrebatarle el trono, sí se quedaron con una buena parte del pastel del negocio de la ropa barata.

Junto con Inditex (Zara, Mango, Lefties, etc), firmas como Primark (Irlanda), Kiabi (Francia), H&M (Suecia), o Okeysi (China) se reparten los beneficios y también las sospechas del millonario universo low cost. Porque la moda barata está cosida con el hilo de la polémica, avivada tras el derrumbe hace dos años del edificio Rana Plaza en Bangladesh, que alojaba cinco talleres textiles y en el que murieron 1134 personas.

Aquel desastre puso sobre la mesa las condiciones de trabajo que permiten fabricar millones de prendas a un coste mínimo para que sean vendidas en tiendas de Europa o Estados Unidos. Entre los escombros de aquel edificio, según organizaciones humanitarias, aparecieron etiquetas de Primark, Wal Mart, El Corte Inglés o Mango.

Comme des machinesLa moda en tercera dimensión

“La industria de la moda ha sido una verdadera porquería, con un montón de subcontrataciones ubicadas en diferentes partes del mundo en donde se emplea mano de obra barata, incluso infantil, y con materiales y procesos perjudiciales para el medio ambiente”, señala indignada Aran Azkarate, una joven diseñadora que junto con el también diseñador Andrés Iglesias, fundó hace dos años Commes de Machines, una pequeña empresa que fabrica fornituras, collares, pulseras, etiquetas y sellos para prendas. Las piezas, que ven la luz gracias a las impresoras 3D que han construido ellos mismos, están hechas con PLA, un polímero muy versátil y biodegradable constituido por moléculas de ácido láctico que se encuentran en el maíz, el trigo o la remolacha. Con la idea en la cabeza de que es posible hacer ropa de forma sostenible, local y con precios competitivos, Azkarate e Iglesias, además de diseñar y fabricar, prestan asesorías a otros jóvenes diseñadores que se plantean otro modelo de producción.

Attakontu

El arte hecho camiseta

En la misma línea, Ibai León y Sara Campillo se animaron a crear su propia firma de ropa tras terminar la carrera de Bellas Artes y estar becados en diferentes centros de producción artística, como Bilbao Arte o Arteleku (Donostia). El resultado es Ättakontu, un tienda-taller en la que se diseñan, cortan, confeccionan y estampan todas las prendas. “La gente valora mucho que nuestra producción sea nacional, que se cumpla con un estándares de calidad en los materiales y que se garantice la dignidad laboral a quienes lo hacemos”, indica León, que utiliza materias primas nacionales, como algodones orgánicos y fibras naturales.

El resultado final no es solo una camiseta o una sudadera, sino otra forma de entender la moda. Desde los talleres de Ättakontu, que estrena local en verano en la calle Jardines del Casco Viejo de Bilbao, Campillo y León envían sus creaciones a Madrid, Barcelona, Zaragoza, Logroño, Asturias y Zarautz, e imparten talleres de estampación y serigrafía.

 

Internet, el escaparate infinito

“Tener todo el proceso de producción dentro del país es lo más complicado para los pequeños diseñadores”, señalan Aitor y Gorka Antxia, dos hermanos que empezaron a trabajarAntxia juntos en una colección para Getxo Moda en 2014, y ya van por la cuarta. Diseños frescos, coloridos, y una ropa fácil de llevar es lo que destacan de sus creaciones, pero también el hecho de trabajar con talleres nacionales, aunque esto suponga elevar los costos de producción. “Si envías un diseño a un artesano de costura, en un taller donde solo trabajan dos personas, esa prenda tardará un tiempo en hacerse. Mientras que en India, China, Vietnam o Marruecos la producción es más rápida, pero menos cuidada…ahí tienes una chaqueta en media hora, aquí no”, afirman.

Con un taller en su casa en Deusto y una intensa actividad Facebook y otras redes sociales, la firma Antxia poco a poco ha empezado a hacerse un hueco en el mundo de la moda. “Estamos preparando todavía la tienda online, pero en nuestra web pueden verse los diseños y los detalles para ponernos en contacto con los clientes”, apunta Aitor, el hermano mayor.

Mientras que para la pequeña tienda de ropa Internet ha supuesto que las ventas se reduzcan porque los clientes encuentran más variedad y precios más competitivos en las tiendas online, las pequeñas firmas de diseño no podrían sobrevivir fuera del ciberespacio. Internet es el escaparate para estos jóvenes diseñadores, pero además es la manera de relacionarse con otras empresas del sector, de estar en contacto con sus clientes, de informarse de las tendencias y buscar distribuidores.