‘El muro invisible’ analiza en profundidad los problemas a los que se enfrenta este colectivo en un cotexto de aumento de las desigualdades

Por primera vez en la historia se puede dar la paradoja de que la generación mejor formada termine viviendo peor que sus padres. Los jóvenes en España afrontan un futuro incierto por culpa de la precariedad laboral heredada de la reciente crisis económica. Politikon, un colectivo que desde 2010 promueve debates y políticas basados en el conocimiento de las ciencias sociales, ha publicado ‘El muro invisible’ para llamar la atención sobre las dificultades que entraña ser joven en nuestro país. Un estudio exhaustivo, apoyado en numerosos datos, en cuya elaboración han participado Luis Abenza, Berta Barbet, Sílvia Clavería, Elena Costas, Jorge Galindo, Kiko Llaneras, Octavio Medina, María Ramos y Pablo Simón. Estos dos últimos son los encargados de responder a las preguntas. «El libro no es un ‘jóvenes contra mayores’. Cada generación se enfrenta a sus propios retos, pero lo que queremos transmitir es que preocuparse por los jóvenes va a ser bueno para todos», aclaran.

-¿Por qué decidisteis plasmar la problemática que viven los jóvenes en este libro?
Nuestro objetivo con el libro era traer el debate generacional a la agenda pública y política. Pensamos que en España se habla menos de lo que debería del muro que separa a las generaciones. En las instituciones europeas llevan años dándose cuenta de que el pacto intergeneracional en que se basan nuestras sociedades empieza a estar en cuestión. Por ejemplo, el Libro Blanco sobre el futuro de Europa alertaba que por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial existe un riesgo real de que la generación de jóvenes adultos tenga unas condiciones de vida peores a la de sus padres. Y es paradójico que en España parezca que no lo tengamos presente en la opinión pública, especialmente porque somos el país de Europa en el que más han aumentado las desigualdades y riesgos económicos entre mayores y jóvenes.
Con el libro queremos entender las dificultades y retos específicos a los que se enfrentan los jóvenes actuales, pero teníamos claro desde el principio que no queríamos que fuera una “revancha generacional” ni una lista de agravios de los jóvenes hacia los mayores. Esto es muy importante. El libro no es un ‘jóvenes contra mayores’ o ‘jóvenes contra pensionistas’. Cada generación se enfrenta a sus propios retos, pero lo que queremos trasmitir (con datos) es que preocuparse por los jóvenes va a ser bueno para todos.
 
-Fueron los más perjudicados durante la crisis y lo siguen siendo actualmente, pese a que es la generación mejor formada de la historia…
Exacto. La crisis ha golpeado a todos, pero los más perjudicados siempre son los más vulnerables. Y en España los más vulnerables ahora han sido sin duda los hogares jóvenes y con niños. Todos los indicadores apuntan a la misma dirección. Durante la crisis el 60% del empleo destruido ha sido de trabajadores jóvenes, y es además en los hogares jóvenes donde más se ha reducido la renta disponible, que ha pasado de unos 35.000 euros anuales en 2011 a apenas 25.000 en 2014. Hasta hace una década los pensionistas eran un grupo especialmente vulnerable, pero los datos muestran que en estos años se ha invertido esta tendencia.

-‘El muro invisible’ describe la existencia de una brecha generacional en España que dificulta el acceso de los jóvenes a unos empleos estables y bien remunerados. ¿Cuándo se empezó a construir esa barrera?
Cuando viene una crisis, no todo el mundo está igual de protegido, y son los trabajadores inestables se llevan la peor parte. Si dejan su trabajo, les será difícil encontrar otro y tendrán mucha incertidumbre. Las pensiones y los sueldos de los funcionarios, en cambio, son como los diamantes: salvo pequeños cambios, son para siempre.

-¿Por qué los sucesivos gobiernos no han sido capaces de proteger más a niños y jóvenes somo sí lo han hecho con otros colectivos?
En el libro asumimos que los políticos, a la hora de actuar, se mueven por incentivos electorales. Es decir, que tratan de cuidar más a aquellos que les votan. Y esto es una mala noticia para los jóvenes. Su peso numérico es menor que el de las otras cohortes de edad. Pero además de ser menos numéricamente, no son un electorado atractivo porque son más propensos a abstenerse y es un electorado más volátil, que sólo se moviliza en contextos concretos. Esto hace que los políticos tengan poco interés en promocionar a estos grupos. Al final son los responsables que gobiernan los que diseñan las políticas públicas y por eso, en general, han sufrido un abandono tan notable.

-¿Qué otros errores se han cometido?
La ‘agenda joven’ es muy difícil de promocionar porque la mayoría de los líderes de opinión y responsables públicos no son de la misma generación que esos jóvenes, y además no tiene réditos electorales. Como los debates en España suelen ser de tan corto plazo, se hace complicado hablar de políticas importantes para el medio, pero dista de ser imposible. Por ejemplo, los partidos sí han podido ponerse de acuerdo para crear el Pacto de Toledo sobre las pensiones. Es una cuestión de incentivos y prioridades.
A ello se suma que aunque los jóvenes traten de promocionar los asuntos que les importa, esto no siempre es sencillo. Por un lado, porque muchas veces comparten inquietudes con las generaciones de más edad ya que, al fin y al cabo, su emancipación es muy tardía. Los jóvenes tienen más empatía que otros grupos sociales en preocupaciones, luego no siempre pelean sólo por su interés. Además, los jóvenes muchas veces canalizan a través de la protesta su rechazo con el statu quo y eso hace que los poderes públicos no siempre atiendan a sus demandas en grado comparable a si estuvieran más organizados y se asociaran más.

-La alta temporalidad entre los trabajadores más jóvenes está directamente relacionada con el retraso en la edad a la que se tienen hijos y el descenso de la natalidad. ¿Tiene algún otro efecto sobre los empleos a los que acceden sobre todo las mujeres?
En general sobre el proyecto de vida, porque genera un horizonte vital más de corto plazo. Esto lastra especialmente la posición de las mujeres porque tienen una doble penalización. Una consecuencia de ello es que tienden a concentrarse en ocupaciones con más seguridad (como la función pública) que en otros sectores. Esa es la razón por la que esos sectores tienden a estar más feminizados que otros.

-¿La situación de los jóvenes en España es muy distinta a la del resto de países de la UE? ¿Por qué?
En algunas cuestiones tenemos problemas comunes, como el envejecimiento de nuestros estados de bienestar o las dificultades en el acceso a la vivienda Sin embargo, en España la emancipación es más tardía que en nuestro entorno, la precariedad y la temporalidad es superior y la crisis ha tenido un sesgo generacional más fuerte… La razón para ello conecta con el cáracter de dos instituciones. De un lado, nuestro mercado de trabajo, muy dual y propenso a cebar la precariedad en los jóvenes. De otro, nuestro Estado de Bienestar, muy orientado a las cotizaciones a la Seguridad Social, es decir, que depende mucho del trabajo a su vez. Este problema es muy específico de España.

-¿Qué medidas se deberían tomar en los próximos años para que se despejen los nubarrones que siguen ensombreciendo su futuro?
Lo prioritario es que los jóvenes estén presentes en la agenda política y en las prioridades de la sociedad. Por eso hemos escrito este libro. Nuestro objetivo es entender las dificultades y retos específicos a los que se enfrentan los jóvenes actuales, pero teníamos claro desde el principio que no queríamos que fuera una ‘revancha generacional’ ni una lista de agravios de los jóvenes hacia los mayores. Cada generación se enfrenta a sus propios retos, pero lo que queremos trasmitir es que preocuparse por los jóvenes va a ser bueno para todos. En definitiva, en Politikon hacemos nuestro una especie de lema en el que insiste mucho el sociólogo danés Gøsta Esping-Andersen: la reforma de las pensiones empieza por las guarderías.