La crisis lleva años hundiendo sus raíces en el mercado laboral juvenil, hasta el punto que se ha convertido en algo estructural: la devaluación salarial, la temporalidad y los contratos a tiempo parcial. Según datos de 2013 de la Agencia Tributaria, el salario medio de un trabajador menor de 35 años es de 590 euros, lo que lleva a muchos de ellos a ‘redondear’ sus ingresos con otros trabajos.

El informe ‘Juventud Necesaria: consecuencias económicas y sociales de la situación del colectivo joven’ -del Consejo de la Juventud de España (órgano que aglutina a 76 entidades juveniles de todo el país)-, publicado en febrero, retrata a una generación marcada por el desempleo, la precariedad, la sobrecualificación, la emancipación tardía y la emigración. Y arranca su descripción blandiendo el dato del 30% de población joven en riesgo de exclusión social. La situación que dibuja es la de una juventud empobrecida, apoyada en sus padres y abuelos, sin trabajo (o con empleo precario), incapaz de formar su propia familia. Una amenaza para las tasas de fecundidad y el sistema público de pensiones, defienden sus autores.

Las cifras del País Vasco tampoco son alentadoras. Un 44% de los jóvenes entre 15 y 29 años tiene un empleo temporal y el 32% trabaja a jornada parcial, según las estadísticas del Observatorio Vasco de Juventud, que también señalan que los jóvenes que viven en alquiler pagan 561 euros, uno de cada tres tiene problemas para llegar a fin de mes y que el principal problema para emanciparse es la falta de acceso a créditos de vivienda y los alquileres altos.

Alejandro. 30 años. Diseñador gráfico  

Alejandro lleva los últimos cinco años encadenando trabajos temporales. Su experiencia laboral incluye camarero, diseñador web, monitor de tiempo libre y un largo etcétera. Aunque ahora trabaja como dependiente en un centro de reprografía en el que de vez en cuando pone a prueba sus habilidades como diseñador, su salario no le llega para hacer frente a sus gastos. Por eso desde hace unos meses diseña, fabrica y pinta unas cajas decorativas de cartón que vende a través del boca a boca. Para las navidades espera tener un catálogo más grande y aumentar las ventas, aunque todavía no piensa en poner su negocio en la web. “Falta mucho más que abrir una página o un blog para empezar a vender por Internet, por eso muevo las cajas a través del boca a boca, de amigos y conocidos”, señala.

Ane. 29 años. Periodista

“Elegí la profesión con mayor paro”, señala con sorna Ane, periodista de la UPV que a pesar de haber hecho prácticas en varios medios de comunicación, trabaja como dependienta en una tienda de ropa. Ane vive con su novio desde hace casi tres años. “A él le salen trabajos de jardinería pero de manera esporádica, así que había meses en los que solo entraba mi sueldo. Un día que acompañaba a un amigo que pasea perros me dijo que por qué no le echaba una mano y ahora los dos estamos en esto. Cobramos 8 euros la hora”, resume.

Mara. 22 años. Estudiante de Magisterio

Mara hace “de todo” para sacarse unos euros al mes. Clases de euskera y matemáticas, cuidar niños, lecciones de viola, echar una mano a su tía en un negocio familiar…Aunque tiene la convicción de que la formación es la puerta para acceder al mundo laboral, reconoce que no se lo están poniendo fácil. Ya se ha presentado a trabajos como monitora de autobús o comedor. “Pero de momento solo han sido portazos…no he conseguido un empleo más estable”, señala.

 

645,30 euros. Esta es la cifra que cada mes ven millones de trabajadores en sus nóminas todos los meses. Son ‘seiscientoseuristas’, un término que sonaría a chiste si no fuera porque el 34% de los españoles gana el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), 645,30 euros brutos (sin las deducciones de impuestos y cotizaciones sociales). ¿Son pobres los trabajadores que perciben el SMI? Esta es la pregunta que un grupo de estudiantes de la Escuela Universitaria de Relaciones Laborales de A Coruña responde en un documento publicado por la revista Lan Harremank de la UPV.

Y la respuesta es sí, lo son. Una sentencia que llevó un profundo análisis y la búsqueda de unos indicadores para medir el umbral de pobreza en España, y que el grupo de estudiantes encontró en la Carta Social Europea, un convenio internacional regulador de todos los derechos sociales y laborales, y que España suscribió en 1980, el equivalente. Según la Carta Social quienes perciben un sueldo mensual inferior al equivalente del 60% del salario medio del país, es pobre. Los estudiantes de la Escuela Universitaria señalan en su artículo que según la Oficina de Estadística Eurostat, el salario medio español en 2007 era de 1.824 euros mensuales, y el 60%, 1094 euros. Sin embargo en ese mismo año el SMI era de 624 euros.

Para cumplir la Carta Social Europea, siempre de acuerdo con los datos obtenidos de Eurostat, un trabajador español debería haber cobrado al menos 856 euros netos mensuales. Tras esto, en 2013 el Gobierno subió la cuantía del SMI un 0,6 %. “A partir de entonces quedó fijada en 645,30 euros brutos mensuales, o 9.034,20 euros al año en 14 pagas como carácter estético o de cara a la galería, carente de toda funcionalidad”, señalan los estudiantes.

“La burlesca esperanza”, añaden, “de abandonar el umbral de la pobreza a los 238 años (que es lo que se tardaría con ese incremento del 0,6% anual) se desvanece en 2014, cuando el Gobierno congeló de nuevo el SMI, evitando con ello cualquier posibilidad de mejora para los muchos trabajadores cuyo salario se ajusta escrupulosamente a la cuantía determinada por el citado indicador”. En consecuencia, el Gobierno no garantizaba a los trabajadores que cobraban el SMI un nivel de vida decente, al mantener anclados sus ingresos “en un nivel de renta tan bajo que impedía afrontar con solvencia el coste de la vida. Por ello mismo, los trabajadores perceptores del SMI siguieron condenados a seguir siendo trabajadores pobres”.
Ante la proximidad de las elecciones generales de 2015 y con efectos de 1 de enero de este año, el Gobierno ha subido la cuantía del Salario Mínimo Interprofesional hasta un 0,5%, esto es, hasta 648,60 euros mensuales brutos. Es decir, se han subido 3,30 euros en dos años. “España sigue incumpliendo la Carta Social Europea, pues estos 648,60 euros representan solo un 45% del salario medio neto del año 2013 y se quedan a una distancia aún muy importante de la cifra que debería conformar un Salario Mínimo Interprofesional ajustado a las indicaciones de la mencionada Carta Social Europea”, es lo que concluyen los ocho estudiantes.