Con la puesta en marcha de la Comisión para la Reforma de las Administraciones Públicas (CORA) en 2012, el Consejo de la Juventud de España (CJE) estuvo a punto de desaparecer. Una enmienda en el Senado en 2014 consiguió que la entidad siguiera con vida -aunque en cuidados intensivos- y bajo una figura jurídica que todavía no está definida. A pesar de los avatares, el CJE continúa aglutinando diferentes entidades juveniles y en diálogo permanente con grupos parlamentarios, Gobierno y sindicatos para acercar las políticas públicas relacionadas con la juventud a sus destinatarios. Además, forma parte del comité de seguimiento del sistema de Garantía Juvenil y del Programa Operativo de Empleo Juvenil (POEJ).

Víctor Reloba es desde hace dos años vicepresidente y responsable del Área Socioeconómica del CJE. Reloba ha hablado con la Fundación Novia Salcedo sobre el Sistema de Garantía Juvenil y los desafíos que este programa tiene por delante para contribuir a la reducción del paro.

-¿Qué valoración hacen en el CJE de las políticas de empleo juvenil y del Sistema de Garantía Juvenil?
Hay índices positivos desde que se puso en marcha el programa y se ha reducido el abandono escolar prematuro, pero han empeorado las condiciones laborales y la juventud tiene hoy mayor riesgo de pobreza. La Garantía Juvenil es una gran idea que surgió a instancias de la presión de los consejos de la juventud de los países nórdicos. En 1981 consiguieron que se aprobase su promoción y funciona en todos los países europeos. Sin embargo, lo que en el fondo es una buena práctica, en España ha sido una  oportunidad perdida porque teniendo fondos para dar un gran impulso a las políticas de empleo juvenil, lo que vemos es que en muchos casos se aplican políticas que no son una novedad ni están en coherencia con ese espíritu con el que surgió la Garantía Juvenil. Estamos preocupados porque hay un peso muy grande de bonificaciones a la contratación y consideramos que no está siendo una política eficaz. En el CJE reclamamos un mayor diálogo social, una interlocución más fluida entre las administraciones y los agentes sociales, en concreto con la juventud y que se diseñen itinerarios personalizaods para las personas jóvenes, para que las respuestas que se dan desde la formación, las prácticas, las becas o el empleo sean acordes con las necesidades de cada persona porque de lo contrario no conseguiremos resultados eficaces.

-¿En qué está fallando la iniciativa?
Por un lado en la difusión. Se ha copiado la inercia de la comunicación institucional que a veces es muy sobria, muy seria. Creemos que hay buenas prácticas como la de Portugal, que no solo hace un discurso mucho más juvenil y conectado con la realidad de las personas jóvenes, sino además innova en los canales que realmente llegan a éstas, organizando conciertos o campañas a través de Youtubers. Por otro lado, existe poca coordinación entre las comunidades autónomas. Hay algunas que lo están haciendo muy bien y otras que reconocen que están devolviendo fondos, por eso esas experiencias y buenas prácticas deberían ser puestas en común para que mejorase la aplicación de la garantía juvenil porque de lo contrario se ampliarán las desigualdades entre los jóvenes. La política de la bonificación a la contratación de jóvenes es errónea, sirve para que sea un coste salarial menor para las empresas, pero realmente no supone una creación de empleo neto, y lo más preocupante, evita esas cotizaciones al bonificarlas, afectando a la sostenibilidad del sistema de pensiones. Las bonificaciones pueden servir en algunos casos, pero la mayoría de acciones tienen que bajar a lo local, conectar las necesidades y los nichos de empleo de cada territorio, a programas de formación y prácticas para ir conectando a esos jóvenes.

-¿Cuáles son las propuestas que hace el CJE para mejorar el Sistema de Garantía Juvenil?
Creemos que hace falta que se incremente el protagonismo de los servicios de empleo dotándolos de recursos. Tenemos un ratio de funcionarios por habitante inferior a otros países europeos. Si en España hay en torno a 3 o 4 funcionarios por cada mil desempleados, en otros países hay 30 o 40. Creemos que incluso el mejor plan de Garantía Juvenil se vería muy limitado si los servicios públicos de empleo no tienen personal suficiente. Además, consideramos que hay que innovar en la difusión para incrementar el número de inscripciones y que llegue a más personas jóvenes que necesitan de este programa. Por otro lado, hace falta que el comité de seguimiento de la Garantía Juvenil haga una labor mucho más permanente de coordinación. Los programas de empleo deben aterrizar a lo local y dejar de basar en torno al 70% del presupuesto de la Garantía Juvenil a las bonificaciones.  
Es necesario, por otro lado, la elaboración de itinerarios personalizados que realmente respondan a las necesidades de los jóvenes. Muchas veces lo que sucede es que hay numerosas entidades privadas en libre concurrencia que ofertan sus cursos y no hay ningún criterio. Al final, uno oferta cómo elaborar un curriculum, otro un curso de inglés, pero no hay un criterio para decidir qué es lo que realmente le viene bien a cada joven para garantizar su inserción laboral.

-¿…Y promover el emprendimiento de los más jóvenes?
En ese sentido somos un poco críticos. Creemos que el emprendimiento puede ser necesario pero que se le está dando un enfoque erróneo. Si miramos a nuestro alrededor los países que tienen más autoempleo son los del este de Europa y América Latina, mientras que los más competitivos son los que tienen grandes empresas. Por eso debemos promover el emprendimiento que introduce una innovación, algo que realmente suponga un valor añadido. Es decir, si nosotros no conseguimos que las personas que están en los programas de emprendimiento desarrollen algún valor añadido lo que estamos generando es la creación de una nueva pyme que va a experimentar las mismas dificultades que las que ya existen. Lo que vemos es que el 60% de las nuevas pequeñas empresas es nuestro país desaparece a los dos o tres años. Consideramos que el emprendimiento juvenil puede hacerse muy bien, hay casos exitosos de semilleros de ideas, metodologías innovadoras como MediaLab, pero tiene que estar muy bien enfocado tanto a las personas a las que se dirige como a los resultados, y focalizado en nichos muy concretos con poca gente porque al final lo que hacemos es empujar a las personas a una frustración de embarcarse en algo tan complicado como montar una empresa sin darle oportunidades verdaderas a largo plazo.

-¿Qué papel juegan las grandes empresas que presumen de tener proyectos de inserción laboral de jóvenes?
Hay de todo…, empresas que cuentan con iniciativas positivas y deseables y otras que tienen proyectos en pésimas condiciones. Al igual que se han implementado directrices desde Europa como la Garantía Juvenil, también debe implementarse un marco de calidad de las becas y prácticas, lo que permitiría que las que se producen en el seno de las empresas tengan una formación adecuada que garantice que no se sustituyen puestos de trabajo, y que cuentan con un mínimo de inserción laboral posterior. Haría falta implicar al sistema educativo y a los sindicatos para que puedan velar por esa supervisión de las becas y prácticas.