África es entre los cinco continentes, el más joven. En 2006 el 44% de la población del África subsahariana era menor de 15 años. En comparación, Asía y América Latina y el Caribe un 30% aproximadamente y, en el otro extremo, el Viejo Continente con un 16%. Unos datos que hacen presagiar que África tiene un porvenir muy importante. Pero este futuro se puede truncar si los dirigentes gubernamentales de los países africanos no empiezan a apreciar el tesoro que tienen entre sus manos.

Son estos jóvenes los que pueden guiar al continente hacía una etapa de prosperidad nunca antes vista en la región. Pero hay dos factores que pueden incidir en que esta generación, sea la que marque el antes y el después. En primer lugar la introducción de esta fuerza laboral al mercado de trabajo y, en segundo término la calidad de las instituciones.

Quizás, el tema más preocupante sea el del trabajo, ya que según los expertos, hay 200 millones de jóvenes en la brecha de la juventud (15-24 años). Todo indica que esa cifra se doblará en 2045 según el informe de 2012 del African Economic Outlook.

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El desempleo juvenil, factor de riesgo

En primer lugar, antes de analizar el desempleo entre los jóvenes como factor desestabilizador en los países africanos es preciso realizar un par de apuntes. Uno de ellos sería sin duda, destacar que no se puede generalizar África como un todo. No es lo mismo Sudáfrica que Nigeria o Senegal como más tarde lo veremos. Por otro lado, la relación demografía y desempleo no deben estar unidas, sino que, en ocasiones, son los problemas estructurales de cada país los que motivan que existan muchos jóvenes en situación de desempleo. En ese sentido, la educación juega un papel esencial pues si la generación actual tiene más nivel educativo que sus padres, ésta sigue siendo deficiente y las habilidades que adquieren los jóvenes no son suficientes para entrar en el mercado laboral.

El promedio de desempleo juvenil en 2012 y 2013 en África era un 12% según la International Labour Organisation. Y ahora vienen las particularidades. El caso de Sudáfrica es el más significativo. Tienen casi un 50% de desempleo juvenil y eso, a pesar de que sean una de las economías más importantes de la región. El sector de la minería es el más empleado con cerca de 400 mil personas trabajando de manera directo y con muchos más indirectamente. Sin embargo, una serie de reducciones de personal han provocado la pérdida de miles de puestos de trabajo. Mientras tanto, el sector agrícola, que emplea a millones de personas, no es subsidiado por el gobierno y está luchando para cumplir con las expectativas salariales.

En Nigeria por ejemplo, aunque el 13% de paro juvenil  no está muy por encima del promedio de la región, debido al gran tamaño de su población (unos 170 millones), el número real de jóvenes desempleados es alto. Por otro lado, la pequeña Rwanda tiene una de las tasas más bajas de desempleo juvenil a nivel mundial, de acuerdo con estadísticas del Banco Mundial.

Algunos países están introduciendo iniciativas para ayudar a resolver algunos de los problemas resultantes de la brecha de habilidades. En Senegal, a través de la Agence d’Exécution des Travaux d’Intéret Pública, jóvenes desempleados reciben formación a través del trabajo temporal en la infraestructura pública antes de conseguir puestos de trabajo permanentes. Del mismo modo, en Burkina Faso, a través de un sistema de aprendizaje modernizado, los estudiantes combinan trabajo y estudios como aprendices para adquirir habilidades específicas de la industria.

En Tanzania, por ejemplo, debido al pequeño tamaño del sector formal del país, hay una mayor tasa de desempleo entre las personas que han recibido educación secundaria que entre las personas con menor nivel educativo. En 2050, la población de Tanzania se espera que alcance 138 millones, por lo que es el país más poblado de 13 en el mundo. Actualmente, la mitad de la población de Tanzania es menor de 15 años de edad. Esto presenta un desafío estructural que necesitará del sector formal expandiéndose a un ritmo mucho más rápido para dar cabida a la creciente demanda de puestos de trabajo.

En definitiva, la relación entre la población y el desempleo de los jóvenes es compleja. A medida que las poblaciones se expanden, es necesario hacer un esfuerzo concertado para evitar los factores desestabilizadores que resultan de la exclusión de los jóvenes y la falta de un crecimiento equitativo. Para ello, los países africanos tienen que abordar las cuestiones sistémicas detrás del problema a través de políticas económicas transformadoras y el gasto del sector social.