La inclusión de la juventud sigue siendo uno de los grandes retos de los países latinoamericanos, ya que en la mayoría los más jóvenes se encuentran marginados de los procesos económicos, políticos y sociales que se están llevando a cabo en la región

 

Según el informe de la OIT “Exclusión educativa y laboral de la población de 15 a 24 años en Centroamérica”, la región contaba con 9.1 millones de jóvenes en 2015, es decir, una cuarta parte de la población total, un potencial demográfico que los expertos señalan como desaprovechado debido a la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades a las que se enfrentan millones de jóvenes principalmente en los países del Triángulo Norte (Honduras, El Salvador y Guatemala), donde además son los más susceptibles de ser reclutados por el crimen organizado.

La inclusión de la juventud sigue siendo uno de los grandes retos de los países latinoamericanos, ya que en la mayoría los más jóvenes se encuentran marginados de los procesos económicos, políticos y sociales que se están llevando a cabo en la región.

En Centroamérica la situación es alarmante debido al alto porcentaje de jóvenes que están fuera del ámbito laboral y educativo, y al mismo tiempo excluidos de una participación activa en sus sociedades.

Lo que más preocupa a los expertos, además de la brecha económica que separa a millones de jóvenes de sus sociedades, es la imposibilidad de ejercer plenamente sus derechos.

“El dejar fuera a tantas y tantos jóvenes tiene consecuencias no solo en el presente (por ejemplo, los movimientos juveniles que en algunos casos caen en patrones de violencia) sino también a futuro, en el sentido de que son cohortes enteras que no están siendo preparadas, ni educacional ni laboralmente”, explica Teresita Escotto-Quesada en su informe “Las juventudes centroamericanas en contextos de inseguridad y violencia” redactado para la CEPAL.

“Un joven al que le niegan sus derechos difícilmente podrá comprometerse y estar en posición de garantizar los derechos de generaciones futura”, continúa.

El círculo de la violencia

En Centroamérica, señala Escotto, se presenta además el caso de las maras y pandillas que, por un lado son responsables de la violencia hacia los más jóvenes, y a la vez refugio para aquellos que se encuentran excluidos de la escuela, la familia o la comunidad.

“Muchos jóvenes se unen a estos grupos con la esperanza de encontrar quien los aprecie, les brinde seguridad en sí mismos y les proporcione sentido a sus vidas… Pero irónicamente, las maras y pandillas se han convertido en amenaza para muchos otros jóvenes (la gran mayoría) que están siendo forzados a migrar hacia otros países en busca de mejores condiciones no solo económicas, sino en donde sus vidas no corran peligro”, explica.

La creciente desigualdad económica, los conflictos generados por años de guerras civiles, la violencia intrafamiliar, la falta de sentido de pertenencia y la migración son algunos de los factores que han servido como caldo de cultivo para el surgimiento de pandillas violentas en las que militan miles de jóvenes desarraigados y en las que el narcotráfico se ha incorporado como un ingrediente más de la dramática situación de inseguridad.

Y es que Centroamérica se ha convertido en un corredor de la droga clave para los traficantes, lo que ha generado un incremento en el consumo de drogas local y un factor de riesgo adicional para los más jóvenes. “La creciente presencia del narcotráfico en Centroamérica también contribuye a debilitar las instituciones estatales y la gobernabilidad que, en más de un caso, se encuentran en condiciones muy frágiles y vulnerables”, sentencia Escotto.

A la violencia que supone la exclusión y la marginación, se suma la violencia directa (sexual, interpersonal) y la violencia simbólica (a través de estereotipos y discriminación) que es sistemáticamente ejercida hacia los más jóvenes.

En este sentido, resulta elocuente un estudio realizado por una gestora de empleo el año pasado en Honduras, en el que que se detalla que el 23% de las empresas de ese país verifica si el candidato cuenta con tatuajes y el 50% analiza su lugar de residencia.

Esta es la realidad (las realidades) que enfrentan las juventudes en Centroamérica. Por ello, los expertos llaman la atención en la necesidad de devolver a las juventudes excluidas la capacidad de ejercer sus derechos plenamente y en libertad. Esto implica la formulación de una política pública centrada en una educación de calidad y en un empleo decente y digno, en una apuesta fuerte para la inserción de jóvenes pandilleros y migrantes retornados, así como para jóvenes que buscan su primer empleo.

 

Un pandillero contra la violencia

Uno de estos programas de reinserción fue el que dio la oportunidad a Agustín Coroy de formarse y trabajar. Coroy, que durante años militó en la Mara Salvatrucha de Guatemala, ahora recorre el mundo reclamando programas de inserción para pandilleros y contando su historia, que es la de miles de jóvenes guatemaltecos que, huyendo de hogares violentos y extremadamente pobres, encontraron en las pandillas su familia y su lugar en el mundo: