Los trabajadores menores de 24 años tienen un 40% más de probabilidades de sufrir un accidente laboral que los de mayor edad

Los jóvenes no solo lo tienen más complicado para encontrar un empleo, sino que precisamente la precariedad a la que están abocados muchos de ellos les obliga a desempeñar actividades que entrañan riesgos para su salud y seguridad. Un informe de la OIT advierte de que las personas con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años, más del 15% de la población activa mundial, padecen lesiones y enfermedades «en muchísima mayor medida» que sus compañeros adultos.

En Europa, concretamente un 40% más según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo.

Los sectores que concentran una mayor siniestralidad son la construcción, la agricultura y las manufacturas. El primero es uno de los que atraen a un alto número de trabajadores jóvenes en las regiones en vías de desarrollo, y uno de los más peligrosos. Los elevados índices de lesiones y enfermedades profesionales se deben tanto a su naturaleza como a la falta de capacitación laboral y experiencia de muchos de los empleados.

La agricultura también da trabajo a numerosos jóvenes, sobre todo adolescentes. Sin embargo, la deficiente formación laboral de un personal formado en gran parte por migrantes y trabajadores estacionales lo sitúa entre los sectores que concentran un amplio número de siniestros.

Respecto a la industria manufacturera, los jóvenes representan casi el 10% del total de trabajadores en África y el 20% en Europa Oriental y Asia occidental y central. En muchos países desarrollados es el sector con la mayor proporción de accidentes laborales entre empleados jóvenes, muchos de los cuales pasan directamente de la enseñanza al empleo.

Alto coste

Junto a las secuelas físicas, que en ocasiones pueden minar futuras oportunidades laborales, las prácticas deficientes en materia de salud y seguridad en el trabajo tienen un coste económico que ascendería al 4% del Producto Interior Bruto mundial.

Además de describir este problema, la OIT aporta soluciones para tratar de reducir su impacto. Habilitar a los jóvenes para que adopten medidas para protegerse, una mayor recopilación de datos para abordar actuaciones específicas, ampliar las protecciones legales a fin de dar cobertura a los trabajadores de la economía informal, una colaboración más estrecha entre gobiernos, empleadores y empleados, así como la integración de la formación en seguridad y salud en el trabajo en la etapa educativa y antes de incorporarse a la actividad profesional son las principales recomendaciones.