Más de 325 pensadores y líderes mundiales de 49 países debatieron en Málaga cómo afrontar los retos del mercado laboral en la era de la digitalización

La expansión de la tecnología a prácticamente todos los sectores de la economía genera indudables beneficios a nivel productivo. Sin embargo, su impacto negativo en el empleo dibuja un nuevo escenario lleno de luces y sombras. Este reto fue uno de los temas que se trataron entre el 14 y el 17 de septiembre en Málaga, dentro del encuentro ‘El futuro del trabajo’ organizado por la fundación Eisenhower Fellowships.

Un total de 325 expertos y líderes pertenecientes a 49 países debatieron sobre cuestiones como el modo de crear trabajo productivo y satisfactorio que dé salida a los jóvenes marginados, cómo utilizar la inteligencia artificial y la tecnología para evitar las consecuencias no intencionadas o de qué manera se debe reformar el sistema educativo para asegurar la igualdad y el desarrollo sostenible.

George de Lama, presidente de la fundación, una organización independiente y sin ánimo de lucro de la que forman parte unos 1.600 miembros en todo el mundo, defendió la necesidad de dar a los jóvenes «un papel en el futuro de la sociedad». Para ello, abogó por reformar el sistema educativo para «dar acceso a todo el mundo a una formación continua, durante toda la vida, de forma eficaz y rápida». En este sentido, el presidente de Cremades & Calvo-Sotelo Abogados y de Eisenhower Fellowships España, Javier Cremades, incidió en colocar la formación en el centro del debate como herramienta fundamental y propioritaria para afrontar los restos del futuro. «La digitalización genera una economía más productiva, pero también destruye empleo», añadió, por lo que a su juicio habrá que compartir el trabajo o subsidiar a quienes no puedan trabajar, lo que abre un «debate político» sobre «qué hacer con las bolsas marginales, que siempre han existido pero que se van a incrementar en el futuro».

Trabajar para vivir

Durante esta jornada, se presentaron también los datos de una encuesta impulsada por la fundación norteamericana entre 2.000 millenials de veinte países. Según este estudio realizado por la empresa SocialSphere, estos jóvenes nacidos entre 1980 y 2000 quieren trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Esta afirmación se apoya en el hecho de que dentro de los aspectos que consideran más importantes en un trabajo, la mayor puntuación (8,62) se la lleva el equilibrio entre la vida personal y laboral, por delante de obtener éxito en una carrera profesional de alta remuneración y provocar un impacto positivo en la organización.

El 78% de los consultados se muestran satisfechos con su vida laboral y son optimistas sobre sus perspectivas. Más de dos tercios creen que sus actuales trabajos todavía existirán en la próxima década y un 61% opina que también lo harán dentro de veinte años. No obstante, son conscientes de que el concepto de un empleo para toda la vida prácticamente ha desaparecido: el porcentaje de los que piensan que tendrán menos de tres empleadores a lo largo de su trayectoria laboral es inferior a un tercio del total. Al hilo de este dato, dos tercios de los encuestados asumen que deberán volver a estudiar en el futuro para mantener su empleabilidad.

Respecto a la igualdad de género, dos de cada tres millenials creen que no existirá discriminación machista a nivel laboral en 2025. Por último, un 37% afirma que su camino profesional preferido sería montar su propio negocio, resultado que se dispara hasta el 66% en África y Oriente Medio.