La OIT recuerda que «un trabajo decente es la mejor manera de luchar contra la pobreza»

Unos 2.000 millones de personas, el equivalente a dos tercios de los trabajadores que hay en el mundo, carecen de contrato laboral y de derechos o sufren discriminación, cobran salarios inferiores a sus capacidades, no tienen protección social o están sobreexpuestos a accidentes o enfermedades laborales, o padecen todas estas deficiencias a la vez. Así lo revela un informe publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) con motivo de la Jornada Mundial del Trabajo Decente, celebrada el 7 de octubre. La OIT define el trabajo decente como el acceso a un empleo con derechos y sin discriminación, en condiciones saludables, con salarios suficientes y protección social.

El informe fue presentado por el director del Departamento de Investigaciones de la OIT, Raymond Torres, y la consejera de la Oficina de la OIT en España, Judith Carreras. «La primera conclusión del informe es que la mayoría de los trabajadores del mundo no conoce lo que es un trabajo decente, y un trabajo decente es la mejor manera de luchar contra la pobreza», subrayó Carreras.

Pero, según la OIT, más de 200 millones de personas ni siquiera tienen un trabajo, 30 millones más que antes de la crisis, y de ellos 74 millones son jóvenes. Además, 168 millones de niños están atrapados en trabajo infantil y 21 millones de personas son explotadas en condiciones de trabajo forzoso. Además, el 80% de la población mundial no tiene cobertura adecuada de Seguridad Social y más de la mitad carece totalmente de ella, de forma que no tiene asegurada ningún tipo de protección frente al paro, las enfermedades, la discapacidad, la vejez o la maternidad.

Para 2019, la OIT calcula que habrá más de 212 millones de personas en paro en todo el mundo, 11 millones más que ahora. Debido al crecimiento de la población activa, que en 2020 alcanzará los 3.600 millones de personas, se necesitarán crear más de 600 millones de empleos hasta 2030, es decir, unos 40 millones de empleos al año.

La digitalización está cambiando las relaciones laborales

Y en medio de este panorama, las relaciones laborales están cambiando y los países deben adaptarse a esta realidad. El motor de este cambio, explicó Torres, es la digitalización y las nuevas tecnologías y el hecho de que el modelo de creación de empleo descansa más sobre el trabajo autónomo, independiente y que transita por la red, sin la empresa como intermediaria. La OIT estima que el 40% de los empleos existentes van a cambiar el tipo de relación laboral entre empresa y trabajador, un cambio fundamental que, según ha dicho Torres, ya se está notando también en España, donde está aumentando el empleo independiente y el autoempleo.

Torres aseguró que el cambio tecnológico, que está llegando cada vez más lejos, no tiene una influencia demasiado positiva sobre el empleo, pues provoca que la demanda de trabajo se reduzca en muchos sectores, entre ellos la industria. «Es posible que dentro de 20 años la industria se parezca a la agricultura y que el sector del automóvil, en diez años, sufra una drástica reducción de empleo porque todo lo harán máquinas», opinó. Pero, al mismo tiempo, hay otros sectores que pueden impulsar la creación de empleo en el mundo, también en España, y son los ligados a las personas: la sanidad, el ocio, la educación y la economía verde.

El desafío, pues, resumió Torres, es cómo afrontar esos cambios en las relaciones laborales y la respuesta, ha dicho, es la adopción de reformas inclusivas, que no reduzcan la protección social ni generen desigualdades, como sí han hecho 90 de las 120 reformas laborales que se han hecho en Europa desde 2008.

Torres advirtió de que las reformas laborales no van a poder frenar el cambio tecnológico, pero si son inclusivas, ayudarán a progresar a los países. Como ejemplo, citó la reforma que hizo Holanda el año pasado para contener el abuso de los contratos por hora o la implantación en Austria de un sistema de apoyo a los parados con 80 orientadores por cada desempleado.