Cerca del 60% de las oportunidades laborales serán para trabajadores con educación universitaria o de Formación Profesional superior, mientras que las opciones para los niveles educativos inferiores serán casi inexistentes (2%)

Durante la próxima década las oportunidades laborales para los jóvenes españoles mejorarán debido al amplio relevo generacional que tendrá lugar y que puede reforzarse con creación de empleo neto si el crecimiento se consolida. Las probabilidades de empleo se concentrarán en los jóvenes más cualificados -por su nivel formal de estudios y de competencias efectivamente adquiridas-, mientras que los niveles formativos más bajos quedarán fuera del mercado de trabajo, acentuándose sobre esta base las desigualdades laborales observadas durante la crisis.

Sin iniciativas públicas y privadas mucho más potentes que las actuales para mejorar la empleabilidad de los jóvenes escasamente cualificados, sus riesgos de exclusión laboral son elevados, según recoge el informe de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) ‘La formación y el empleo de los jóvenes españoles. Trayectoria reciente y escenarios futuros’. Elaborado por los investigadores del IVIE Lorenzo Serrano y Ángel Soler, el estudio analiza en profundidad los problemas laborales de los jóvenes de 16 a 34 años durante las tres últimas crisis, el papel de la formación en su resolución y las perspectivas de empleo para la próxima década.

Ventajas laborales de la formación

Los jóvenes con estudios postobligatorios (desde Bachillerato y Formación Profesional hasta universitarios) tienen una probabilidad mayor de estar ocupados. Su ventaja frente a jóvenes con estudios primarios o secundarios obligatorios es de 10,7 puntos porcentuales para los que cuentan con un ciclo formativo profesional de grado superior y de 12,9 puntos para los universitarios. Ahora bien, además de los años de formación importan mucho las competencias entendidas como destrezas y conocimientos efectivamente adquiridos: un buen aprovechamiento educativo aumenta la probabilidad de inserción laboral en otro 13%, tanto como poseer estudios superiores.

La relevancia de la calidad de la formación para la empleabilidad se acentuará durante la próxima década, un periodo en el que las oportunidades de empleo se concentrarán mucho en los más cualificados: apenas habrá trabajo para quienes solo completen la educación obligatoria (un 2,2%); en cambio, algo más de la mitad de las ofertas (58,4%) serán para quienes tengan educación superior, universitaria o profesional.

El aprovechamiento de las oportunidades laborales que se presentarán a los jóvenes en la próxima década requiere un mayor esfuerzo en la formación de estos y de sus familias, y un mejor funcionamiento de la enseñanza desde los niveles más básicos. Reducir el fracaso escolar y aumentar las competencias adquiridas son las vías para lograr que España abandone la cola de las comparaciones internacionales en este ámbito.

Relevancia de las competencias

España se diferencia de muchos países de la OCDE por tener porcentajes altos de jóvenes en los niveles bajos de competencias y porcentajes bajos en los niveles de competencias elevados. Incluso entre los jóvenes con estudios superiores escasea el nivel competencial más alto: solo alcanza un 5%, frente al 14,7% promedio de la OCDE. Estos pobres resultados educativos son preocupantes tras los esfuerzos realizados para facilitar el acceso a la educación y que apenas dejan margen de mejora para aumentar la cantidad de años de estudio.

El informe señala que deben reducirse las todavía elevadas tasas de abandono temprano de las enseñanzas, un objetivo al que pueden contribuir el impulso a los estudios de formación profesional y la más pronta orientación curricular de los alumnos. Pero los autores destacan que el mayor esfuerzo ha de hacerse en mejorar la calidad y los resultados del aprendizaje. Para explicar por qué las competencias efectivamente adquiridas por los jóvenes de 16 a 24 años se sitúan 16,2 puntos por debajo de la media de la OCDE, es clave prestar atención a la calidad de la educación.

Según señala el informe de la Fundación BBVA y el IVIE, el desajuste entre nivel educativo y competencias que padecen muchos jóvenes españoles cuando abandonan el sistema educativo puede y debe intentar corregirse también mediante la formación continua. Pero en este ámbito existen debilidades en la oferta existente y se requieren cambios decididos, en varias direcciones: de toma de conciencia de los jóvenes y las familias, pues su esfuerzo es imprescindible para solucionar los problemas; también de las empresas, que han de ser más sensibles al problema y  jugar un papel más activo; y del sector público, que ha de desarrollar políticas ambiciosas para reducir la magnitud del problema del medio millón de jóvenes de 18 a 24 años que buscan trabajo sin éxito pero que no reciben formación para  poder conseguirlo.

La importancia de ofrecer formación a los parados, sobre todo a los menos preparados, es uno de los aspectos más destacados por el estudio. El desempleo representa una pérdida de oportunidades de adquirir capital humano en el puesto de trabajo y a través de la experiencia laboral; además, en el paro las competencias de los desocupados se van quedando obsoletas. Ambos riesgos se deben combatir ofreciendo a los jóvenes parados formación dual –la que combina la vuelta a las aulas y las prácticas en empresas-, mediante políticas activas de empleo más ambiciosas que las actuales, que incluyan el asesoramiento personalizado a los desempleados.